lunes, 14 de enero de 2008



Leo estos días a través de la web la noticia de que la Isla debe «reinventar» el producto del turismo rural” y que La Palma tiene «el reto de reinventar el producto del turismo rural» en unos momentos de continuos cambios en el sector turístico en general a colación de un estudio realizado por la Asociación Isla Bonita ha realizado un análisis sobre la oferta y la demanda. El estudio pretende «trazar estrategias que nos permitan reinventar el producto del turismo rural palmero».

Debemos adaptar el producto a las nuevas tendencias, a los nuevos paradigmas, a las nuevas necesidades e intereses de los turistas, de los clientes.

La radiografía del turista rural de la Isla de La Palma es la siguiente:


  • El 68% tiene menos de 45 años y el principal segmento, un 43%, está en el intervalo de 36 a 45 años.

  • Turismo principalmente familiar de clase media.

  • Nivel de ingresos indica también un perfil de turista de clase media, si bien claramente por encima de los niveles de los mileuristas.

  • El gasto total (origen y destino) medio diario por persona se estima en 94,2 euros. El 40% de los turistas «paga casi íntegramente» el alojamiento en origen (en mayor medida los holandeses y los alemanes).

  • Claro perfil “verde”: los turistas que visitan La Palma presentan un patrón similar de conducta ambiental. Consideran que «es tan importante actuar de forma ambientalmente responsable en el lugar de vacaciones como en el de residencia habitual». Prefieren «pasar sus vacaciones en destinos no masificados más que en lugares masificados aunque populares». Además, procuran que «los gastos realizados en sus vacaciones beneficien a la población local».

Los datos me parecen fantásticos, tremendamente positivos para un destino que entiendo, desea venderse como reserva de la biosfera, con el cielo, el mar y la tierra protegidos. Lo que tenemos que hacer ahora es simplemente adaptar el marketing, la comunicación, la promoción y los soportes a esa realidad.

En mi opinión el producto se debe actualizar, categorizar, desarrollar en su pleno potencial sin “reinventar” simplemente, evolucionar el mismo hacia un escenario distinto que es en el que nos encontramos. Por ejemplo, el “turismo de estrellas” apenas si se ha desarrollado en la Isla y no se comercializa ni se hace marketing del mismo y sin lugar a dudas es uno de los segmentos que en “la economía de la larga cola” del turismo tienen cabida y más habiendo agentes de desarrollo en el terreno, estando el cielo protegido y contando con casas rurales maravillosamente cubiertas por estrellas, además de líneas aéreas que nos conectan con destinos muy atractivos como Alemania, Inglaterra, Holanda.

Otro de los segmentos que podían desarrollarse sin complejos en la Isla es el Birdwatching u observación de aves que atrae en Inglaterra a más de un millón y medio de turistas, 65 millones en estados unidos; o el gastronómico desde el punto de vista del edutenimiento (educación+entretenimiento) que no son más que las clases de cocina desarrolladas por los propietarios hacia sus clientes. Uno de los elementos más celebrados por mis amistades cuando asisten a la Isla es el fenómeno de las “bodegas” o de cómo utilizar cualquier excusa para celebrar una comida de amistad. Esto es también sin lugar a dudas uno de los potenciales que la Isla puede mostrar al nuevo turismo, la idiosincrasia o de cómo vive el palmero.

El turista del siglo XXI busca experiencias, vivir sueños para contar cuentos.

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